Es curioso ver cómo el tiempo. Hace un momento encontré fotos de mis antiguos compañeros del colegio y es casi hasta inquietante lo mucho que hemos mutado a lo largo de estos años.
La chica gordita es ahora esbelta, y participa en concursos de belleza. Otra, no ha seguido con su esquelético cuerpo de la niñez, y ahora tiene un cuerpo de mujer. A los chicos les ha salido barba y ahora me triplican el tamaño.
No solo las apariencias han cambiado. Los que divergimos y nos separamos de aquella manada, opresora y anuladora, que señalaba nuestros "defectos" conseguimos de algún modo, andar por nuestro propio sendero y nuestra propia verdad. Me apena que algunos se limitaran a seguir al líder y nunca pudieran experimentar ser ellos mismos, tan solo cegarse y ser un fotocopia del macho alfa.
No me había parado a pensar en esto, no obstante, ¿qué pensarán ellos al verme a mí? Quizás no vean el cambio y sigan pensando que soy la niña que conocieron entonces, pues yo misma (ingenua de mí) los sigo enlazando con ese personaje deforme y moldeable de aquellos primeros años de la adolescencia.
Solo espero que ellos hayan encontrado su propio ser y que sean felices con sus identidades. Madurar me ha hecho ver con repulsión algunos de nuestros actos en esa etapa escolar. Espero que ellos hayan sabido superar ciertos baches de ese entonces, y que nadie les impida crecer. Espero que de verdad sean felices y que hayan logrado avanzar.
Yo no sé quienes son ellos, ni ellos saben quién soy yo. Supongo que a todos nos quedará la esencia que comenzaba a despertarse en esa edad. Probablemente lo único que tengamos en común será nuestro pasado, que permanecerá inmutable. No es algo realmente importante. Pero las fotos me han puesto nostálgica, y por primera vez en mucho tiempo lo necesitaba expresar. Aunque sea algo tan banal como el tiempo, como los años.